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miércoles, 16 de marzo de 2011

RELATO DE DISCOTECA

Mi nombre es Sonia, una noche decidí­ salir de marcha después de que mi amiga Laura me insistiera mucho y deje a mi novio en casa.
Sabéis? No hay nada más divertido que salir de marcha con Laura y pasar una buena noche de juerga, y si por medio hay algo morboso mmmm más aún.
Todo comenzó un sábado por la mañana cuando mi amiga Laura me
llamó por teléfono y me preguntó si salí­amos de marcha. No sabí­a, tení­a que
estudiar para un examen que tení­a la semana siguiente y no sabí­a que hacer. Por
un lado querí­a, ya que necesitaba despejarme, pero por otro lado me daba cargo
de conciencia, yo con un examen, abandonar a mi novio y por ahí­ de marcha, que poco responsable!. Pero finalmente logró convencerme.

Terminé de estudiar y me dispuse a arreglarme. Finalmente
opté por un vestido muy ajustado y muy corto que me habia regalado mi nobio, oscuro escotado
y botas altas negras. Tuve que ponerme el abrigo largo para salir de
casa, porque si no mi madre comenzarí­a con la misma cantinela de siempre que si
así­ iba a salir a la calle. Llegué a casa de Laura y se montó en el coche y ahí­ comenzó la noche.

Después de estar de cañas por ahí­ y de beber algo nos dirigimos a la discoteca de moda dispuestas a pasar una noche de escándalo.
Decir que a Laura, que le gusta seguirme el juego cuando hago algo morboso. Llegamos y nos
buscamos un rincón que nos gustó, donde habí­a una pequeña tarima para poder
subir y mirar si habí­a algo interesante. Nos subí­amos por turnos ya que mas de
dos no entrábamos. Claro está que mi compañera para subir era Laura y allí­
estábamos las dos, bailando como nos gusta a nosotras, moviendo mucho la cadera,
insinuando y provocando, como no. Nos dimos cuenta que entre tanta gente (no muy
lejos de nosotras) un grupo de tí­os nos señalaban y se daban codazos para
avisarse los unos a los otros. Eran los tí­picos que van de chulitos y guaperas,
pero he de confesar que sus pintas me encantó y se lo dije a Laura:

Mira esos, wapi
No les hagas caso, verás como empiezan a acercarse.

Dicho y hecho, no pasó ni un minuto que cuando nos fuimos a
dar cuenta estaban justo al lado mirándonos. Decidimos subir
el tono del ambiente así­ que Laura se puso de espaldas a mi muy muy pegada y
deslizando sus manos por mi cuerpo, casi rozando mis pechos, mis pezones al no lleva sujetador se erizaban en el vestido; decidí­ seguirle el juego así­ que me di la vuelta y bajé muy lentamente delante de ella intentando rozar lo menos posible su cuerpo (era simplemente un baile) y subí­a y hací­a lo mismo, nos rozábamos y mirábamos sabiendo que tení­amos espectadores y que
estaban poniéndose morados con el espectáculo.

Las otras chicas querí­an subir así­ que bajamos y el baile fue
mejor aún, el espacio nos permití­a hacer más movimientos sugerentes, nos
hablábamos al oí­do y mirábamos de reojos por si aquellos chicos seguí­an mirando.
La canción acabó y dejamos el juego, cuando en ese momento se acercaron tres de
los muchachos con pintas de guaperas. Nos dimos cuenta y nos hicimos las locas.
Se acercaron tanto para hablarnos que daba la sensación de que iban a comernos
en aquel mismo instante. Se presentaron y estuvimos hablando un rato con ellos.

Cuando nos fuimos a dar cuenta ya habí­amos elegido; yo
hablaba con un rubio de ojos claros y Laura estaba con un morenazo con cara de
niño bueno. Claudio (que era mi rubio)me dijo:

Bailarí­as conmigo como con tu amiga?
Por qué no? Si solo bailábamos.

Así­ que empezamos a bailar; no tardó en comenzar a sobarme,
no dejaba de mirar mi escote y de notar que mis pezones estaban endurecidos de
solo sentir el tacto de sus manos grandes y calidas cogiendo mis caderas, estaba
empapada en sudor y eso le gustaba mucho, le di la espalda y comencé a bailar
meneando mi cintura, apretando mi culito sobre aquel paquete duro y deseoso de
rozarme sin aquel molesto pantalón. Mi excitación iba a más, cada vez que me
agachaba volví­a a levantarme sobre su polla dura. Me di la vuelta, la disco
estaba a reventar y aprovechó el tumulto para que sus manos se deslizaran por
debajo de mi falda, rozando mis muslos por el interior hasta llegar a mi coñito
empapado por el placer que estaba sintiendo; no tuvo que recorrer mucho camino
ya que la falda era tan corta que tapaba lo mí­nimo. Yo no dudaba en
entreabrirlas todo lo que podí­a para facilitarle el camino; éramos conscientes
de que sus colegas que estaban al lado nos miraban, pero yo disfrutaba con
aquello; los miraba y les dedicaba una sonrisa muy picarona, sabí­an que
estábamos disfrutando de ser partes de un espectáculo erótico y no dejaban de
echarse mano al paquete presos de sus deseos.

Sus dedos jugaban con mi rajita, solo jugaban, sabí­a que así­
disfrutábamos más y mis manos se barajaban entre su trasero y su polla. Su otra
mano me apretaba el culo y hací­a que mi falda se subiera y dejara a la vista de
sus amiguetes casi medio culo al aire con un tanguita de tira negro que se apreciaba muy
poco. Así­ estuvimos un rato, palpando nuestros cuerpos y con miradas cómplices que tení­an muy claro (más o menos) es que iba a quedar todo eso.

Subió la mano que habí­a estado rozando mi rajita durante un buen rato, saboreó uno de sus dedos y con mucha chulerí­a me dio la mano y me pidió que le acompañase. Ese gesto me hizo estremecer y no pude evitar (mientras él aún saboreaba su dedo) acercarme a su boca y darle con mi lengua muy suavemente en su boca rozando su dedo, lo que pareció que también le gustó
bastante. Les hice un gesto a Laura de que me esperase un rato y a los
chicos les saludé levemente con la mano y les mandé un guiño. Sabí­an que si lo
habí­amos pasado tan bien dentro de la discoteca, ahora iba a ser mejor.

Llegamos a los aparcamiento y allí­, metidos entre dos coches
en una zona que habí­a casi en penumbra, comenzamos a besarnos, jugábamos con
nuestras lenguas, sabí­amos que seguramente no nos volverí­amos a ver en la vida, yo amaba a mi novio y querí­amos disfrutar de aquello. Me sobó las tetas y las sacó del escote para
saborearlas durante un rato. No dejaba de apretar mi culo, de levantar la falda
para notarlo desnudo, retiró el tanguita y desde allí­ intentaba llegar a mi
culo, lubricando su dedo con mi flujo para luego llevarlo a mi culo y meterlo;
se veí­a que le encantaba y a mi me poní­a como loca; no dejábamos de gemir ni de
besarnos, estábamos muy pegados y notaba como su polla ardí­a de deseos. Así­ que
no dudé en comenzar a bajarle la cremallera y dejar salir su polla que estaba a
punto de estallar. Dejé de besarle y directamente sin dejar de mirarle a los
ojos, bajé y empecé a rodear su capullito que estaba muy rosita con la puntita
de mi lengua:

Mmmm, que bien nena, que bien.
Te gusta?
Si, sigue.

No lo dudé, seguí­ con mi manjar, deslizando muy suavemente la
puntita de mi lengua por aquella polla deseosa de ser comida, las lamidas eran
cada vez más grandes, ya no era solo la puntita de mi lengua, era toda ellas la
que se deslizaba mientras que mis manos jugueteaban con sus huevos; algunas de
mis lamidas se iban para ellos. Hasta que de repente me la metí­ de golpe en la
boca. Claudio sólo atinó a dar un grito que me hizo estremecer. Mi ritmo se iba
acelerando y no dejaba de metérmela y sacármela de la boca, babeando cada rincón
de aquel rico cipote. La situación hací­a que mi tanguita estuviera empapadí­simo,
ya que mi chochito no dejaba de soltar juguitos.

Mientras, de lejos escuchábamos coches que arrancaban y
salí­an de sus aparcamientos y pasaban por nuestro lado, corriendo el peligro de
ser vistos, pero no era impedimento para seguir disfrutando de todo aquello.
Cuando me di cuenta de que Claudio estaba a punto de correrse me levanté, querí­a
que lo hiciese dentro de mi, querí­a que me follara allí­ mismo. Nada más
levantarme me apoyó contra el otro coche, me subió al capó y me abrió las
piernas, retiró el tanga y empezó con aquel juego de lengua que me encantó;
notaba como moví­a rápidamente su lengua y como de repente paraba el ritmo y daba
lametones largos que me hací­a estremecer. No dejó de comerme el coño durante
unos 5 minutos hasta que le pedí­ que me follara, que estaba deseosa de sentir su
polla dentro de mi; así­ que me bajó del capó y no dudó en darme la vuelta; justo
cuando me giré puede ver como tres o cuatro cabezas se agachaban unos pocos
coches más allá y pude apreciar que eran sus amigos y colegas. Claudio se dio
cuenta de que me habí­a percatado y creo que por un momento pensó que yo iba a
decir que lo dejara, pero me limité a levantar mi falda bien hasta la cintura,
apoyar mis manos sobre el capó y a decirle:

Haz un buen papel cielo, que tenemos espectadores y hay que dejar bien alto el listón.
Que zorrita eres, me encantas
Y sin pensarlo dos veces comenzó a follarme; me la metió por
el coño de golpe y me encantó, estaba tan empapado que resbalaba muchí­simo y no
dejaba de meterla y sacarla entera. Mis gemidos ahora eran más grandes y cuando
veí­a que esas cabecitas se asomaban a mirar gemí­a aún más. Las envestidas de
Claudio eran cada vez más fuertes y decidió meterme uno de sus deditos en el
culo mientras que con la otra mano agarraba mi cintura. Parecí­amos un par de
salvajes, sabí­amos que nos habí­an visto varias parejas y varios grupos porque
cuando pasaban gritaban obscenidades, pero sabí­amos que las caras no las
distinguí­an así­ que eso nos excitaba más. De repente no aguanté más y un gran
orgasmo comenzó a brotar de mi.

Sigue cabrón, más más que, no pares ahora joder no pares
ahora.
Me voy a correr guarra me voy a correr joder!. Que me
corro joder que me corro!.
Pues hazlo ahhhhhh

Y allí­ fue donde su leche penetró en mi e hizo que mi orgasmo
se multiplicara. Sentí­a todo mi coño ardiendo; estuvo un momento dentro de mi
hasta que la sacó y se relajó un poco apoyándose en el coche. Me giré y me
coloqué bien la ropa.

Me ha encantado correrme dentro de ti.
Y a mi que lo hicieras.

Fue lo último que hablamos, nos dirigimos dentro de la
discoteca donde ya estaban sus amigos y mi amiga y nos miraban, ellos con
sonrisas burlonas, y Laura dispuesta a seguir la fiesta juntas. 

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